Lo que en verdad deseas ser...

Siempre detrás de uno habrá alguien tratando de enmendarle la página. De decirle cómo vivir, cómo vestirse, cómo hablar, qué hacer, qué no hacer. Los padres, los tios, los vecinos, los maestros, el Estado, ¡La iglesia! Todos prestos a opinar sobre tu vida. Todos mirando la paja en tu ojo sin tomar en cuenta las vigotas en los suyos. Y si bien es cierto que la batuta paterna es indispensable para sobrevivir durante los primero años, también lo es que después de ese tiempo de adaptación y aprendizaje, los padres deberían dejar a sus hijos volar por sí mismos, permitiéndoles tomar la decisión de qué hacer con su existencia sin imponerles otros criterios que no sean los propios.

A fin de cuentas sólo tenemos una vida; demasiado corta además. Si nos equivocamos o acertamos que sea porque así lo quisimos. Asumiéndolo con responsabilidad y valentía, sin tener que culpar a otros de nuestros fracasos o de nuestros logros. Ése es el precio de la libertad. Pero, desgraciadamente, esto no es nada fácil, porque, como si no fuera suficiente con los sermones y traumas de nuestros progenitores, constantemente las instituciones y las buenas conciencias nos bombardean con sus juicios de valor, con sus amenazas (si te portas mal te vas a ir al infierno, si no votas, cállate) y sus prejuicios estúpidos ( la virginidad, el racismo, los complejos clasisistas de superioridad), etc,etc..

Así la onda, el primer paso hacia la emancipación debería ser, precisamente, desoir a todo mundo, cuestionar todo, analizar y sólo entonces decidir. Formular tus propias reglas morales, crear tu particularñisimo Código de Hammurabi o tus diez mandamientos personales. Y, tirando a la mierda todo lo que has aprendido hasta ahora, vivir de acuerdo únicamente con ellos. Ya lo dijo Shakespeare alguna vez con claridad y precisión insuperables: "Sé fiel a ti mismo". No hay mayor satisfacción que convertirse en lo que en verdad deseas ser. Y realizar lo que desees hasta sus últimas consecuencias. No hay que permitir que NADIE nos diga que no podemos lograrlos. Es nuestra decisión. El atreverse..

El cielo o el infierno al alcance de nuestras manos. A elegir. . .