Cambiar el mundo.
Durante algún tiempo yo también quise cambiar este puto mundo. Creía que la honestidad, la justicia, la tolerancia, y la dignidad eran valores de verdad apreciados por los seres humanos. Poco a poco descubrí que no era así. Que son sólo conceptos que la sociedad usa para justificarse ante sí misma, para tratar de convencerse, aunque nadie los ponga en práctica, de que en verdad somos una civilización basada en tales preceptos. Un vulgar autoengaño, pues.
Por eso no creo en los Mesías. En esos seres imposibles que con su sola presencia, co su tacto milagroso, pueden cambiar vidas y destinos. Ni Jesucristo ni el Che Guevara pudieron hacerlo. Es una tarea titánica, demasiado grande para cualquier hombre se llame como se llame. Mártires inútiles al final, estos dos, hoy en día son sólo imágenes para llevarse en una camiseta o en un tatuaje. Cambiar el mundo únicamente sería posible, quizá, si todos nos uniéramos para tal propósito. Sin tomarnos las manos, ni decirnos que nos queremos como hermanos, sólo trabajando unidos. Pero eso es una utopía, una mamada. No existe la Gran familia mexicana que han intentado hacernos creer, no existe una fraternidad humana mundial. Antes bien el hombre es el lobo del hombre. Somos criaturas egoístas; bestias caníbales y rapaces. Los blancos qieren matar a los negros; los negros a los hispanos; los hispanos a los arios; los arios a los judios; los judios a los amarillos y así hasta el infinito. Incluso cuando no hay gente distinta a la mano, uno de la propia raza puede servir para mitigar nuestra insaciable sed de sangre.
A mí también me hubiera gustado cambiar este puto mundo. Hoy a lo más que aspiro es a que él no me cambie a mí. Y sólo espero tener la fuerza y entereza suficiente para conseguirlo...
Por eso no creo en los Mesías. En esos seres imposibles que con su sola presencia, co su tacto milagroso, pueden cambiar vidas y destinos. Ni Jesucristo ni el Che Guevara pudieron hacerlo. Es una tarea titánica, demasiado grande para cualquier hombre se llame como se llame. Mártires inútiles al final, estos dos, hoy en día son sólo imágenes para llevarse en una camiseta o en un tatuaje. Cambiar el mundo únicamente sería posible, quizá, si todos nos uniéramos para tal propósito. Sin tomarnos las manos, ni decirnos que nos queremos como hermanos, sólo trabajando unidos. Pero eso es una utopía, una mamada. No existe la Gran familia mexicana que han intentado hacernos creer, no existe una fraternidad humana mundial. Antes bien el hombre es el lobo del hombre. Somos criaturas egoístas; bestias caníbales y rapaces. Los blancos qieren matar a los negros; los negros a los hispanos; los hispanos a los arios; los arios a los judios; los judios a los amarillos y así hasta el infinito. Incluso cuando no hay gente distinta a la mano, uno de la propia raza puede servir para mitigar nuestra insaciable sed de sangre.
A mí también me hubiera gustado cambiar este puto mundo. Hoy a lo más que aspiro es a que él no me cambie a mí. Y sólo espero tener la fuerza y entereza suficiente para conseguirlo...
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