
Siempre me ha parecido patético actuar de manera políticamente correcta. Subirse cómodamente, sin más, en el carrito de las lamentaciones o de las causas justas, cualesquiera que éstas sean. Si alguien lanza una campaña internacional para salvar a la ballena azul, majestuoso animal hoy en peligro de extinción, prefiero decir "dah, que se jodan las putas" antes de portar camisetas de save the whales! o colgar en mi casa carteles con semejante leyenda. Pienso - y he reflexionado al respecto - que da exactamente lo mismo delcararse a favor o en contra de cualquier madre - ya sea el zapatismo, la ecología o los asesinatos de mujeres de Ciudad Juárez - si no se hace más que con el fin de sentirse comprometido, consciente, progre... Si yo afirmo "los indigenas chiapanecos llenan de orgullo a este país" y cuando uno de esos hombres o mujeres, despojados hasta de su alma en esta ciudad, se me acerca a pedir lismosna en el Zócalo, le digo bajando la voz " pinches indios...